Ago 01, 2019 HORA DE OPINION Politica, PORTADA 0
El juicio a catorce represores pampeanos llega a su fin. Entre este jueves y viernes pronunciaan la última palabra antes del veredicto. La mayoría se econmendó a Dios.
Entre este jueves y viernes se desarrollan las audiencias para que los represores acusados en el juicio de la Subzona 14 II hagan uso del derecho a pronunciar las últimas palabras antes de escuchar el veredicto del tribunal que los juzga. Este jueves lo hicieron el médico policial Máximo Pérez Oneto, los policías Hugo Marenchino, Luis Horacio Lucero, Juan Domingo Gatica, Miguel Ochoa y Oscar Yorio. Ninguno se arrepintió ni pidió perdón. La mayoría se econmendó a Dios. En la sala hubo algunos familiares de los represores, que aplaudieron tibiamente el cierre de sus manifestaciones.
Este viernes será el turno de los imputados Jorge Quinteros, Orlando Osmar Pérez, Oscar “Miseria” López, Néstor Cenizo, Carlos Reinhart y el exmilitar Néstor Greppi. El exjefe de la Policía durante la dictadura, Luis Enrique Baraldini, y Athos Reta, no hablarían, según el cronograma difundido por el tribunal.
«Soy muy inocente»
En primer lugar, el médico Máximo Pérez Oneto sostuvo su inocencia y pusºo el foco en sus surimientos. Está acusado por 22 caso de secuestros, torturas y asociación ilícita.
“Vengo de una familia reconocida, me han inculcado honradez, una familia trabajadora. Me crié en colegios religiosos, me recibí de médico en la Universidad Católica, estoy orgulloso y ejerzo mi vocación. Siempre me manejé con principios espirituales y axiomas hipocráticos, nunca dañar, curar a veces, consolar siempre”, dijo ante el tribunal que en diez días hábiles pronunciará el veredicto.
“He sido objeto de una blasfemia que me causó dolor e indignación. Se me acusa a mí de haber sido asistidor o colaborador de torturadores. Jamás de los jamases tomé o estuve en ese papel. Un médico que realiza eso no lo entiendo tampoco. En todo mi accionar jamás se me ordenó algo reñido con la ética médica. Nunca formé parte ni estuve en ese papel. Son maliciosas acusaciones. No pudo probarse en ningún momento. Nada justifica que yo hice daño a alguien. Voy a cumplir 50 años de profesión de médico, jamás fui citado por un tribunal de ética médica por haber causado daño a una persona. Nadie puede decir que le he causado daño o algo que se asemeje a lo que se ventiló en este juicio”, estimó.
“Tengo un prestigio profesional y un respeto social. Y ese respeto me llega no como maná venido del cielo. Ese me lo gané, lo obtuve. Lo sembré, lo cultivé, lo coseché. Y lo estoy disfrutando”, alardeó.
“Nadie puede reparar el daño que me causó a mí y a mi familia todo el malogrado intento por embarrarme y humillarme. Nos causó mucho daño, viví años de cárcel, grave deterioro económico y de salud”, confesó.
“Me he doblado en muchas oportunidades, pero no me he quebrado. Solo pido a Dios salud para seguir ejerciendo mi profesión y también a ustedes que los ilumine para que hagan justicia. Tengo la conciencia tranquila, soy muy inocente”, concluyó.
«Nunca hice daño concientemete» En segundo término, el represor Hugo Marenchino -condenado en el primer juicio y acusado en el segundo por 7 víctimas- afirmó que “ninguna de las víctimas me han formulado imputación ni los testigos civiles de esta causa». «Mi defensa ha sido extensa para rebatir la acusación, solo me resta decir que profeso la religión cristiana. Nunca le hice daño conscientemente a un semejante. Juro ante Dios que no he cometido ninguno de los delitos que se me acusan”, finalizó.
En tercer turno, el represor Carlos Reinhart -ya condenado y ahora imputado por 35 casos- se remitió a su declaración anterior y agradeció a los defensores por el esfuerzo y buen ejercicio de la profesión.
«No voy a pedir perdón»
En cuarto lugar, el policía Luis Horacio Lucero -acusado por el secuestro y tortura de la docente de una escuelita del oeste, Zulema Arizo-, dijo lo suyo: “He llegado a esta instancia, pasando innecesariamente por situaciones complicadas y difíciles. A mi entender, mi actuación ha sido muy transparente. Sobre los hechos no hubo que agregar ni quitar nada, se transmitieron como fueron, bastó para demostrar la inocencia y que yo no he cometido ningún delito».
«En 2010 al finalizar el juicio, el fiscal (Jorge) Bonvehí pide que se investigue mi actuación porque había sido nombrado en la causa. El 31 de julio de 2012 me detienen y me llevan a prisión por tres años, cuatro meses y veintidós días. Fue innecesario ese castigo, dado los antecedentes de mi conducta durante treinta años en la institución policial. El hecho estaba claro, comenzó con aquel sumario administrativo. No se arribó a nada, claramente estaba investigado lo que yo había realizado. No cometí ningún delito en la función que se me ordenó en aquel momento. En este juicio se han respetado las garantías de todos y el tribunal escuchó atenta y pacientemente a todos. No guardo rencor por la privación de la libertad para investigar tan poca cosa. Considero injusto lo que he transitado yo y mi querida familia”, enfatizó.
“He sido atrapado en una tela de araña muy muy perversa en cuya trama no he participado. Este juicio me ha liberado de eso. De la mayoría de las cosas me enteré en este juicio. A la maestra (Zulema) Arizo la conocí en 2010 por televisión cuando aparecía en Canal 3. Me pregunto si era necesario que en ese hecho Marenchino fuera a esa escuela, yo lo acompañé, fui yo como podría haber ido cualquiera de la oficina. En esa escuela la directora era la hermana del comisario Fiorucci, y según las actuaciones, tenía problemas con la maestra. ¿No será que se necesitaba que un tercero fuera antes de la detención para deslindar responsabilidades? ¿Quién decía sáquenmela de encima? Debía figurar alguien que traía el dato de que había algo malo. Quiénes la detienen fueron juzgados en 2010. Ya se sabía que le iban a detener. A mi no se me ordenó traer información ni cometer un delito. No está claro a qué fue Lucero, fue circunstancialmente, como podría haber ido cualquiera”, alegó.
“Jamás se me ordenó hacer una investigación por temas que no sean policiales. Nunca investigué un tema ideológico. Nunca me interesó. Fui un policía normal. La tarea que realizaba era netamente administrativa. Se dijo que era un hombre inteligencia, pero yo estuve dos años en la escuela de policía, con séptimo grado, me enseñaron normas básicas, jamás hice un curso de inteligencia ni fui siquiera instruido en ese tema”, aseguró.
“No voy a pedir perdón ni clemencia porque eso está para las persona que se sienten culpables. No es mi caso, por eso no lo voy a hacer. Se dice que no pedimos perdón ni reconocemos. Yo no puedo reconocer nada de lo que se me acusa. No cometí ningún delito, no puedo pedir perdón por algo que no cometí. Me declaro inocente”, completó.
En quinto turno, el comisiario Juan Domingo Gatica repitió: “Nunca detuve una persona por la Subzona 14 y en la misma causa donde trabajé como secretario dejé constancia de que era sumariante de la seccional Primera. Soy inocente de los hechos, nunca cometí ninguna detención ni trabajé en Subzona 14”.
«El único perejil»
En sexto lugar, el expolicía Miguel Ángel Ochoa -imputado por 26 víctimas- también se dijo «completamente inocente». «Estuve ocho años en la Policía, lo único que hicieron es perjudicarme. Soy el único perejil de los represores. En el año ’78 me aplicaron la ley de prescindibilidad y no estuve más. Me declaro inocente de todos los delitos que se me acusan, nunca interrogué ni maltraté a nadie. En los má de mil días que estuve detenido me recibí de pastor”.
«Sé que no es fácil creerme»
Finalmente, el represor Oscar Yorio -condenado en el primer juicio y acusado ahora de 31 casos- reafirmó las ideas que ya había manifestado durante el debate. “He sido involucrado en hechos en los que no he participado. Nunca tuve conocimiento de que hayan sucedido. En 24 años que me desempeñé en la función policial jamás maltraté a alguien. La causa de siloismo fue una más de las que me tocó actuar”, dijo el expolicía que era secretario de Baraldini durante la dictadura.
“El fiscal dice que cumplí un rol clave. No hay constancia de eso. Nunca realicé ni siquiera una mínima diligencia en el ámbito de la Subzona 14. Sé que no es fácil creerme por la función que cumplía, pero personalmente no tuve relación con la Subzona 14. Desde la madrugada del 24 de Marzo no volví a la Primera.He sido honesto declarando la verdad. Juro totalmente que soy ajeno a los hechos inculpados. Solo me queda pedirle a los jueces que crean en mi inocencia”, cerró.
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